miércoles, 17 de diciembre de 2014

"Multiverso", por Camilo De fex Laserna


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Revista Cosmocápsula número  11. Octubre – Diciembre 2014. Cápsulas literarias.


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Multiverso


Camilo De fex Laserna





Inspirado en Planilandia, de Edwin A. Abbott.


1.


Después de varios años de ardua experimentación los dos científicos llegan a una conclusión demasiado extraña para ser admitida de forma pública. H. fue el primero en formular la hipótesis descabellada, tras una serie de tanteos que ambos realizaron con el desfasador dimensional. Aunque en principio Z. estuvo en desacuerdo con la hipótesis de H., el peso de la evidencia era abrumador. “Al parecer nuestro universo está conformado por 329 planos de un material desconocido. Dichos planos están recubiertos y articulados por un armazón de un material más duro que el mismo entramado de la realidad”. El tiempo, según sus deducciones, es la cadencia de unas manchas oscuras que se suceden a través de los planos, hasta llegar al fin de los tiempos, en el plano 329 “¿Qué significa esto?” Se preguntaron, perplejos. “Lo mejor será dedicarnos a la jardinería y olvidar todo este asunto” dijo entonces Z. en tono de broma. “Pero, ¿no siente curiosidad por esa extraña interferencia que se percibe en el plano 89 desde hace un tiempo atrás? ¿Qué significa?” Z. levantó los hombros y con ese simple gesto renegó de las grandes preguntas que lo llevaron a convertirse en científico. Fue así como Z., el gran físico experimental, se convirtió en jardinero y H., su alumno más avezado, perdió la cordura y terminó en el hospital siquiátrico Nuevo Amanecer.


2.


La hormiga extraviada camina sobre una superficie blanca que despide olores orgánicos, pero, ¡ay! Es tan diferente físicamente de los árboles y plantas que conoce, tan ajena a su realidad de hormiga arborícola. Trata de percibir las feromonas de identidad de su colonia, pero todo huele extraño y estéril. Cuando llega al borde de ese extraño mundo, una masa descomunal de color rosa desciende de los cielos e interrumpe su escape. La hormiga gira en redondo y huye de tan extraña manifestación atmosférica. Cuando ya cree estar libre del peligro, otra masa con las mismas características interrumpe su huida. Trata de rodear el obstáculo, pero a medida que avanza hacia el occidente, la masa se desplaza en la misma dirección impidiéndole el paso. Desesperada se dedica a lanzar feromonas de auxilio. Entonces percibe algo: un olor extra-hormiguil, una feromona desconocida y sutil que habla de mundos más allá del mundo. “¿Eres tú gran hormiga?” pregunta de forma rústica con su lenguaje de olores. Una ventisca impresionante la golpea de frente, sale volando y cae de nuevo sobre la tierra, ilesa. “Gracias” exclaman sus feromonas en todas direcciones. “Muchas gracias, gran hormiga que todo lo ve”.


3.


Angélica no ha podido avanzar más allá de la página 89. Una nueva hormiga camina sobre la superficie de papel. La joven juega con ella, la confunde, le pone pruebas y obstáculos, hasta que se aburre de ella y la expulsa con un soplido como a la anterior. El libro que lee la tiene llena de ensoñaciones místicas, pues los personajes de la historia, unas páginas atrás, han empezado a descubrir que son parte de una ficción creada por seres masivos y tridimensionales, para el consumo de otros seres masivos y tridimensionales, como ella. El juego con las hormigas y la trama de la historia que lee la sumerge cada vez más en sus consideraciones. “¿Y si todas las grandes preguntas son imposibles de resolver por la perspectiva tan minúscula que tenemos en relación con el universo descomunal que habitamos? ¿Y si somos información codificada en un lenguaje que nos supera? ¿Acaso no somos igual de ignorantes que las hormigas, o que los personajes de un libro, cuya verdadera razón de existir está por fuera del objeto como tal?” Entonces, como una ráfaga de metralla, un fragmento minúsculo de verdad la atraviesa de un lado a otro. “El universo no tiene límites. Es una historia que contiene infinitas historias. Mientras alguien es apuñalado en alguna calle oscura de la ciudad, una pareja de perros folla grácilmente a sólo cien metros de distancia y en algún parque cercano se desarrolla una cruenta guerra entre una colonia de hormigas rojas y una colonia de termitas recién llegadas.” Como es común después de una experiencia de insignificancia en medio de la gran trama, Angélica suspira profundamente. Deja caer su cuerpo sobre la manga del parque y durante varios minutos se retuerce de placer con la luz del sol que se filtra a través de las hojas de un hermoso guayacán en flor.


4.


El joven dovonn observa a Angélica desde la cuarta dimensión: aquello que los humanos llaman tiempo. Ella, como ser tridimensional, no puede ver a G’nuk, quien ha estado frente a sus narices durante toda su vida. La interacción Dovonn-Humano es uno de los ejemplos más bellos de simbiosis entre materia viva, mucho más significativa que la interacción de las hormigas arborícolas con los árboles huésped. El dovonn usa los sentidos del humano para ver el mundo físico y el humano, sin saberlo, usa al dovonn para dar un vistazo en el tiempo. De allí que estos mamíferos de orden superior puedan soñar con tiempos mejores y llorar ante la inevitabilidad de la muerte en un futuro incierto. Este conocimiento los diferencia de otros animales que viven en el planeta tierra. Para G’nuk, Angélica es un libro abierto en el tiempo, puede observar y recrear cada uno de los segundos por los que ha transitado. G’nuk aguijonea a Angélica con su dardo escarlata e inyecta una nueva oleada de “absoluto” en la mente de la joven humana, lo cual la hace retorcerse de placer e inunda su mente de vértigo extático. “Hermosa Angélica, sigue jugando con las hormigas. ¿Acaso no sabes que ellas perciben tus feromonas sexuales como si fueran el olor de una hormiga divina?” G’nuk lleva de la mano a la humana por el mundo de los recuerdos, visión distorsionada del tiempo, hasta aquel día en el que ambos experimentaron felicidad, cuando Angélica y un amigo suyo recibieron el atardecer montados en un árbol de mangos. “¿Recuerdas Angélica, que ese día también hablaron sobre las hormigas y las dimensiones?”


3.


Angélica recuerda el día que estaba encaramada con Raúl en el árbol de mangos. “¿Sabés qué?’” dijo ese día Raúl, “Yo creo que todas esas historias de abducciones alienígenas están basadas en los humanos. Esas ficciones hablan de seres extraños que le meten a los secuestrados artefactos por el culo y los analizan. Pero la única especie que conocemos que haga ese tipo de cosas somos nosotros. En el fondo, creo que tenemos miedo de nosotros mismos. Sólo basta ver a un niño aniquilando hormigas, para entender la monstruosidad de la especie. Esperemos que no existan seres inteligentes que nos superen en dimensión y jueguen con nosotros a su antojo”.


4.


G’nuk se regocija ante el recuerdo, pues los dovonn sí que existen. Pero ellos han alcanzado una conciencia superior y ven a los humanos como hermosas criaturas que deben ser preservadas, aún en contra de su propia voluntad. El joven tetra-dimensional también sabe que sin los humanos perderían todo contacto con el mundo de tres dimensiones y con ello toda voluptuosidad sensitiva. Se siente superior pero magnánimo. Sin embargo es prepotente, como la mayoría de ejemplares de su especie. Él no es capaz de aceptar la posibilidad de vida más allá del tiempo. Por más que se esfuerce le es imposible detectar mi gran ojo, pues, al tener una pequeña noción de la quinta dimensión, lo confunde con el término J’Hlark. El humano dice Tiempo, el dovonn J’Hlark; pero ambos términos son traducibles al español rudimentario, en forma de la palabra: “desconocido”.


5.


Desde mi punto de vista el dovonn, la humana, la hormiga y los personajes de la novela de ciencia ficción que lee Angélica, son igual de reales y protagonizan historias igualmente válidas. Sus mundos finitos, resultan infinitos si se miran con ojos de protagonista. Esto se debe a que el universo es inabarcable y todo lo inabarcable al ser dividido o restado, continúa siendo inabarcable. Por eso para la colonia de hormigas rojas el planeta tierra es algo inconcebible, o para el físico experimental Z. la realidad tridimensional de un hormiguero es imposible de agarrar. Pensar en todo eso me hace entrar en un estado similar al de Angélica. Somos diminutos en medio de un universo sin límites, un universo que contiene historias que contienen historias. A diferencia de los dovonn, nosotros, los garlt, tenemos claro que todo se desenvuelve hacia arriba y hacia abajo sin fin y que, de alguna manera, un ser extraño y superior puede estar divirtiéndose con mis ocurrencias desde la sexta dimensión. Me gustaría tanto hablar con algo así. Pero sé que es absurdo, pues así como Angélica no puede hablar con una hormiga y yo no puedo hablar con G’nuk, así mismo un ser superior no podría comunicarse conmigo. Aunque el universo y todas sus dimensiones estén llenas de vida inteligente, seguiremos igual de solos y aislados. Es una triste realidad la que codifico en este mensaje sin destinatario.


 




"Multiverso", por Camilo De fex Laserna

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