viernes, 28 de noviembre de 2014

"Poemas anticipados" por Dixon Acosta Medellín


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Revista Cosmocápsula número  11. Octubre – Diciembre 2014. Cápsulas literarias.


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Poemas anticipados


Dixon Acosta Medellín





 


ESTATUAS


Acaso llegará un día


en que los hombres no seamos


más transeúntes y los parques


serán poblados por estatuas.


Las ecuestres de militares


las de histriónicos políticos


la contemplativa de algún poeta…


Los esqueletos de bronce o de piedra


de aquellos que combatieron contra otros


o simplemente contra sí mismos


-la más cruenta batalla.


Entonces quizás lleguen visitantes


quienes con sus formas estrafalarias


salgan de sus astronaves


les tomen fotografías a las estatuas


e intenten hacerles preguntas eternas.


Silenciosos continuarán su paseo


por el gran museo del mundo


contemplando la perdida humanidad


de las mudas e insensibles figuras.


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SUEÑOS FUTUROS


De niño soñaba con que los científicos


inventaran un televisor pequeñito


que pudiera esconder entre las sábanas


para ver los prohibidos programas


en horarios no aptos para menores;


además para no interrumpir


el insomnio eterno de mi madre.


Ahora un siglo después, el XXI,


cuando ya existe aquel artilugio


requiero que los hombres de ciencia


inventen la máquina del tiempo


para disfrutar del pequeño televisor


y acompañar el duermevela de mi madre.


 




DIXON ACOSTA MEDELLIN (1967, Bogotá, Colombia) Bogotano, aunque sus apellidos de bautismo son Moya Acosta, los de crianza son Acosta Medellín, su identidad literaria. Felizmente casado con Patricia. Sociólogo (Universidad Nacional de Colombia) y Diplomático de Carrera (Academia Diplomática de San Carlos). Integrante del Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC). Finalista en varios concursos internacionales de poesía, cuento y ensayo. Artículos, ensayos, poesías y cuentos publicados en libros, periódicos y revistas. Colaborador de publicaciones especializadas en ciencia-ficción. Bloguero del periódico El Espectador en “Líneas de Arena”, donde escribe de todo un poco (http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/). A ratos trina en Twitter en @dixonmedellin



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Revista Cosmocápsula número 11. Octubre – diciembre 2014




"Poemas anticipados" por Dixon Acosta Medellín

miércoles, 26 de noviembre de 2014

"MARÍA 2" por Fernando Cañas Mora


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Revista Cosmocápsula número  11. Octubre – Diciembre 2014. Cápsulas literarias.


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MARÍA 2


Fernando Cañas Mora




Saturno. NASA.

Saturno. NASA.


 


-¡Despierta cariño! -Juan, lentamente abría los ojos doloridos. Poco a poco, despertaba del letargo inducido y sentía como la figura borrosa, enfrente de la cápsula abierta, cogía la mano para acariciarla- Dentro de poco saldremos del hiperespacio. Según los datos del navegador estelar, ya estamos cerca del Enclave Saturno.


-¿María, cuánto tiempo ha pasado? -conseguía pronunciar, después de varios amagos en los que sólo movió los labios sin articular palabra.


-Seis meses… Si vieras tu barba y pelo, pareces un náufrago -reía, mientras le alborotaba el cabello con los dedos- Aséate y cuando estés listo ven al puente de mando -dijo desde el umbral de la compuerta del habitáculo- ¡Por cierto! Ahí te dejo la bebida isotónica -le recordó, antes de salir al estrecho corredor de la nave espacial.


Juan se incorporó despacio hasta que se sentó en la cápsula criogénica. Bajo la tenue luz de los fluorescentes, pudo distinguir la cabina de ducha en la esquina, seguido del lavabo con la preciada botella, así como el espejo y el armario con la ropa y los objetos personales. Momentos después del aseo, afeitarse y haberse cortado el pelo con la maquinilla láser, se puso el uniforme para abandonar la habitación.


-¿Pero qué demonios? ¡Computadora, luces y música! -las luces rojas del estrecho corredor se hicieron gradualmente blancas, al mismo tiempo que su artista favorito comenzaba a sonar. Por un instante permaneció embelesado junto a uno de los ventanales redondos, observando pasar las estrellas como infinitas estelas luminosas, percibía el leve balanceo de la nave estelar. Seguidamente dio media vuelta y anduvo hasta que situó el rostro delante del lector del habitáculo contiguo. Una vez que la luz escaneó sus retinas y confirmó la identidad del sujeto, la puerta acorazada se fue abriendo despacio. Aquella cámara de seguridad guardaba los “tesoros” acumulados durante treinta años de viajes por el espacio profundo. Los comercializaría en el Enclave Minero Saturno y conseguiría, sin duda, una fortuna por éstos. Todo, gracias al mapa que un anciano borracho le cambió por una botella de alcohol, en una de las turbias cantinas del mismo Enclave, al cual, ahora regresaban.


Juan abría la tapa del primer contenedor de la pared. Observó el mineral cristalino Eco, dispuesto en un soporte. Fue conseguido en el Satélite Geoda, a varios años luz del Sistema Solar.


-María, te empleaste a fondo al pilotar la nave por la estrecha fisura del asteroide ¡Por ti, cariño! -brindó a la megafonía.


Siete minutos para abandonar la velocidad Luz” -respondía por el altavoz, mientras Juan propinaba un buen trago a la bebida.


-Cuando ocupaba el puesto del copiloto, tras tu asiento -continuó-, desde de la cabina con las placas de protección desarmadas, pude observar como lentamente sorteamos los afilados cristales de rocas, realizando maniobras inverosímiles, incluso para mi experiencia de piloto. A pesar de tu extraordinaria destreza, María, la nave sufrió algún rasguño en el fuselaje antes de alcanzar la gruta del subsuelo. Aterrizamos junto a una de las colosales columnas pétreas que sostenía la techumbre y apagaste los motores para evitar el posible derrumbe de la zona. Una vez que me puse el traje de astronauta, abandoné la nave para seguir la ruta del Mapa por aquel ambiente hostil para los humanos, gracias a la visión nocturna y los sensores de exploración del casco, pues la emisora no funcionaba debido a las interferencias electromagnéticas de la Géoda, y con la única compañía de mi respiración. El serpenteante sendero de afiladas aristas sobre el desfiladero en brumas, me llevó hacia la formación de mineral dorado. Escalé la montaña cúbica hasta coronar la cima y llegar al poblado de seres extraterrestres -relataba en voz alta- ¡Como indicaba el Mapa, allí estaban los malditos aborígenes! Criaturas de piel verde, ciegas, y de magníficos oídos. Feos, como enormes sapos que se erguían sobre sus patas traseras… Intenté comunicarme con ellos por todos los medios, negociar y cambiar su preciado mineral, Eco, por algunas de mis mercancías, pero me atacaron primero… lo juro… con sus lanzas y armas punzantes… ¡No tuve más remedio que desenfundar la pistola de energía con silenciador y defenderme! -introdujo el brazo en el recipiente y rozó el racimo de cristales.


Éstos vibraron y Juan pudo escuchar los sonidos cósmicos atrapados, desde grabaciones Terrícolas lanzadas al infinito, hasta que sonaron conversaciones alienígenas de otros mundos. Sin embargo, cuando surgieron los gritos ahogados de aquellas criaturas, feas como sapos, se apresuró a cerrar la tapa.


Seis minutos para abandonar… “-anunciaba la megafonía. Juan dio un paso lateral para abrir otro recipiente y deleitarse con la exótica flor de Luna Selva, cultivada en lecho de tierra, cuya fragancia sería muy cotizada por las clases pudientes de la sociedad humana.


-Justo en el corazón de una colonia de insectos gigantes, como no pudo ser de otra manera. Juntos en esta ocasión, nos adentramos por las galerías del hormiguero con las armaduras militares puestas y todo el armamento disponible -dio otro generoso trago y situó la botella delante del rostro para ver que estaba medio vacía- Gastamos mucha munición contra todo lo que se movió, en particular los malditos bichos “soldados“, pero fueron las tenazas de la “reina” las que me amputaron la pierna… Y la vida, si no cuento con tu extraordinaria puntería, María -soltando fuertes carcajadas, se frotaba la pierna robótica.


Cinco minutos…” -resonaba por megafonía.


Juan pasó al siguiente recipiente y observó el collar de perlas lumínicas, inmerso en agua salada que burbujeaba.


-¡Por los créditos! -brindó al aire- ¡Y el Planeta Líquido! Gracias a todos los Santos, las Criaturas Marinas de aquel mundo atendieron a razones comerciales. Nuestra nave estelar está preparada para cualquier condición ambiental, y no es que quiera presumir, bien lo sabes… pero es lo más caro y avanzado del mercado Solar. En aquel año luz, nos sumergimos en los océanos en busca del “Pueblo Nómada”. A decir verdad, aún me impresiona el recuerdo de la titánica tortuga marina con el arrecife arraigado en el caparazón, hábitat natural de dicha especie. Recorrimos la urbe sumergida entre el intenso tráfico de cetáceos del transporte público de humanoides acuáticos, u otros particulares a lomos de enormes caballitos de mar, grandes peces multicolores o veloces mamíferos marinos, hasta que llegamos al lugar indicado del Mapa, la descomunal caracola escondida en las edificaciones del coral rojo. Atracamos la nave en lugar seguro y vestidos los tarjes de buzo, anduvimos las calles de caparazón verdoso camino de la Taberna. Después de pasar por la cámara de descompresión del establecimiento anfibio, nos quitamos las escafandras y ocupamos una mesa libre que alumbraba la pecera de la medusa eléctrica. En el acuario del escenario cantaba una hermosa ondina, cuyos largos cabellos pelirrojos cubrían los senos. Durante la espera a ser atendidos por la camarera con tentáculos que tomaba nota a la peculiar clientela, pude observar que el local estaba construido con la madera de barcos hundidos y adornado con los objetos de éstos. Terribles dentaduras de depredadores marinos o tesoros, también ¡Te acuerdas! Nuestro contacto resultó ser el dueño, el humanoide con cabeza de tiburón que además de la barra se encargaba del mercado de contrabando. Así, sólo negociamos, nada de violencia. El collar, por una de mis preciadas frutas escarchadas que se decidió a elegir de entre los productos de mi mochila metálica.


Tres minutos para…” -resonaba.


-La colorida ave, cuyo cántico es capaz de sanar cualquier enfermedad -brindó de nuevo enfrente de la gran pajarera que ocupa el hueco. Juan, repentinamente interrumpía el trago y dejaba la boquilla en sus labios. Con la mirada perdida, apoyaba la espalda en los barrotes metálicos y al compás del aleteo del pájaro espantado se deslizó hasta que se sentó en el suelo- ¡Sanar…! -repetía una y otra vez.


Dos minutos… “


-¿Tanto tiempo ha pasado? Sí -susurraba-. Tenía dieciocho años cuando conocí a Carmen, mi verdadero amor -se perfiló una leve sonrisa en la comisura de los labios, partidos por una cicatriz- Me había independizado en un piso de alquiler, próximo a la panadería en la que ella trabajaba ¡Por Dios que fue un flechazo! -el semblante se tornó serio, apretando las mandíbulas, fruncía el ceño- ¡Y el mismo Dios me la arrebató! -lanzó la botella contra la pared y se hizo añicos- ¡Maldito! -sollozaba- ¡No! Fue la metástasis que la devoró por dentro. Aquel otoño del año 2099, con lo puesto y las pertenencias en la mochila, marché al aeropuerto espacial de Madrid y gasté mis ahorros en un pasaje al Enclave Saturno, la única colonia humana al borde del Sistema Solar.


Un siseo interrumpía sus pensamientos. Dejó de frotar la alianza enganchada en la cadena que lleva al cuello y la guardó dentro del uniforme.


-¡Ah, Berta! -golpeaba el contenedor a la altura del hombro- La culebrilla de tres cabezas, originaria del planeta Desertia, con sus tres Soles, y por cuyas escamas violetas la industria del microprocesador pagará autenticas fortunas. Fue un peregrinaje abrasador por el interminable desierto a lomos de cuadrúpedos con tres jorobas -alzaba de nuevo la voz-, rastreando ésta especie, casi extinguida. Es curioso que la misma tormenta de arena que casi nos entierra vivos, también descubriera el antiquísimo templo con el nido dentro.


Juan se puso en pie y salió de la cámara acorazada.


-Un minuto para desconectar el motor principal y abandonar velocidad Luz -dijo María ocupando el asiento del piloto a los mandos holográficos y sistemas de navegación, cuando su compañero entró al puente de mando- He anulado la protección de la cabina -proseguía- ¡Fíjate que maravilla! -por un instante, ambos permanecieron absortos en los destellos e intensos colores del túnel de gusano en el que viajaban- ¡Tres, dos, uno y…! -las estrellas se detuvieron alrededor con el zumbido ahogado del motor, avistando entonces los anillos de asteroides de Saturno.


-¡Hay que celebrarlo! -exclamó Juan, al mismo tiempo que la abrazó con fuerza y la levantó del sitio.


Aquella noche hubo para los amantes cena especial con vino de la mejor cosecha. Música romántica y velas repartidas por el habitáculo de matrimonio. Después de comerse a besos y amarse al amparo de las nebulosas estrelladas, Morfeo se hizo cargo de ellos.


-Por fin llevaremos una vida tranquila -elucubraba María a altas horas de la madrugada, inmersa en la oscuridad del compartimento estanco, donde guardaban los trajes y demás material espacial. Sujetada por anclajes en brazos y piernas, la gruesa maguera conectada a su espalda la mantenía rígida, suministrando la energía eléctrica necesaria para recargar la batería del corazón de Cyborg- Las coloridas luces de la colonia humana del asteroide, hacen del espacio infinito un lugar más acogedor -susurraba, mirando por la ventanilla- ¿Eh? ¡Ordenador de a bordo, sí, acepto el mensaje del Enclave Saturno! ¿Cómo…?


María comenzó a retorcerse en el sitio y llorar. Los ojos se volvieron rojos y brillantes, arrancando las sujeciones de cuajo, se incorporó…


-¡Ordenador! Pon rumbo al puente de atraque del Enclave, inmediatamente -masculló, mientras caminaba el oscuro pasillo con la maguera eléctrica aún conectada…


-¡Sea bienvenida al Enclave Saturno! -reverenció gentilmente el comerciante del puesto, frotándose las manos al observar todos los contenedores magnéticos que seguían a la mujer cyborg.


-He recorrido las calles de casa talladas en la roca de este Asteroide y a pesar de llevar puesta la armadura militar y fusil de combate en mano, tuve que disparar al aire para ahuyentar a los delincuentes… Alguna pierna, quizás, a los más persistentes.


-¡Chiquillos! -excusaba el comerciante del puesto.


-Es un lugar horrible.


-¿Cantinas y burdeles? ¡Alegría incontenida! -replicó el hombrecillo.


-Pero en una cosa tienes razón, Juan, cariño, encuentras de todo.


-Disculpe señorita ¿con quién habla?


-¡Al grano! -interrumpió y dejó el arma automática encima del mostrador- Haga la transferencia de los créditos a ésta nueva cuenta. Anule el pedido de la nueva muñeca robótica, a nombre de Juan, y de regalo, tenga todos los órganos humanos de las cámaras frigoríficas… Yo, sólo me quedaré el corazón.


 




Fernando Cañadas Mora viaja en el tiempo y en el espacio gracias al autobús de transporte público que conduce. Le hubiera gustado nacer en otra época y ser tripulante de la nave espacial USS Enterprise, pero lo compensa con creces su familia y amigos. Disfruta del presente y le gusta imaginar el futuro, siempre que sus obligaciones lo permiten.






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Revista Cosmocápsula número 11. Octubre – diciembre 2014




"MARÍA 2" por Fernando Cañas Mora

viernes, 7 de noviembre de 2014

"El turbocronión y los carteles de siempre" por Néstor Darío Figueiras


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Revista Cosmocápsula número  11. Octubre – Diciembre 2014. Cápsulas literarias.


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El turbocronión y los carteles de siempre


Néstor Darío Figueiras





¡Tú haces la historia!


La voz de barítono de Slash Foggertone, el conductor de Haciendo historia, se propagó a través de la infinita Red. Millones rugieron frente a las pantallas de televisión. El rating estallaba.


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En las calles, las tropas se aprestaron tras los campos-escudo.


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Las tres alternativas preseleccionadas fueron presentadas por los panelistas en medio de orquestaciones emotivas.


Comenzó Auguste Hönnerweiss, de rostro anguloso, ceño fruncido y lacios cabellos grises. Apenas movía los labios al hablar, pero el moño que parecía estrangularlo se balanceaba al compás de su laringe:


La primera opción es salvar a Celine Kashba, la actriz de fama mundial que, luego de ser brutalmente vejada, fue arrojada a través de la ventana de su apartamento del nonagésimo cuarto piso… —Detrás de él, el Holo3D reproducía algunas de las escenas más calientes que había protagonizado Kashba—. Los violadores ya purgan su condena, pero Hollywood no será lo mismo sin Celine y sus grandes… —Hönnerweiss gesticuló abriendo las manos y Slash se apresuró a completar la frase—. ¡Senos! ¡Sus grandes senos! ¿Es eso lo que querías decir, Auguste?


No, pero es lo mismo.


¡Ja, ja! ¡Así es Auguste…! —y en el estudio resonaron las carcajadas que siempre coreaban las ocurrencias de Foggertone, quien prosiguió con el show:


¡Tu turno, Madeleine!


Madeleine Sánchez sacudió sus bucles magenta y sonrió frente a las cámaras.


La segunda opción es alterar la premiación en los MTV Music Awards —dijo, mientras pellizcaba distraídamente el falso lunar de su pómulo izquierdo: el chip anticronolepsia. El tic premonitorio hacía delirar a los televidentes—. Es obvio que el público cree que Baby Flashwood no es la estrella más brillante en el sobresaturado cielo del pop…


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El rugido de la turba empezó a estremecer la ciudad: una avalancha de ondas subsónicas que aplastaba los oídos de los soldados, que les golpeaba en el pecho. En respuesta, el siseo de los campos-escudo recrudeció.


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Madeleine seguía agitando sus rizos:


—…entonces, ¿quién debería haberse llevado las cuerdas vocales de Janis Joplin, clonadas y bañadas en oro veinticuatro? ¡Hoy lo sabremos!


¡Tu turno, Iashira! —soltó Foggertone, manteniendo el precipitado ritmo del programa farandulero.


El travesti cincuentón frunció los labios saturados de colágeno: los estiradísimos músculos faciales, entumecidos por el botox, no le permitían una mejor sonrisa. La música se volvió sensiblera, mientras el Holo3D mostraba la fatal explosión de un 767.


Querido Slash, la tercera opción es impedir la trágica muerte de los médicos que volaban a Nueva Biafra para socorrer a las multitudes de indigentes…


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Los manifestantes llenaron las calles, enarbolando los carteles de siempre, pintados con aerosoles rojos y negros. En ellos podía leerse: DEVUELVAN A LOS DESAPARECIDOS Y PRESOS POLÍTICOS. Otros letreros incluían una interminable lista de nombres a los cuales se los había intentado borrar de la historia.


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¡Ya tenemos sobre el tapete las tres posibilidades preseleccionadas! Ahora ustedes decidirán cuál es el cambio que mejorará nuestra realidad. ¡Vamos a una breve pausa comercial y enseguida regresaremos! ¡Es la hora de votar, vuestra hora, hacedores de historia! —Foggertone casi gritaba frente a las cámaras, mientras el crescendo de la música aturdía. Luego la publicidad inundó las pantallas, en tanto los televidentes colapsaban la Red con sus votos.


Durante los comerciales Foggertone apostó:


Quinientos googlares a que salvan a Kashba.


Mis quinientos van para los chicos de Nueva Biafra —retrucó Iashira.


La gente quiere tetas, no caridad —dijo Hönnerweiss.


¡Ajá! ¡Quiere tetas de verdad! Al igual que tú, Iashira… —Madeleine seguía acariciando su lunar. El travesti la incineró con la mirada, pero entonces una voz gritó en los auriculares de todos:


¡Atención! Al aire en: cinco, cuatro, tres…


Y sonaron fanfarrias de sintetizador.


¡Estamos de regreso, hacedores de historia! Y muy expectantes… —Foggertone escuchó la voz metálica dentro de su oído—. ¡Ya tenemos el resultado de la votación! Me dicen que la participación ha sido masiva —exclamó, mirando a las cámaras—. ¡Turbocronión encendido! ¡Estamos a punto de hacer historia! —Y esta vez los samplers desgranaron una cadencia apoteótica.


Quienes estaban en el estudio televisivo, y aún la mayoría de los espectadores detrás de las pantallas, activaron sus chips para evitar los vahídos cronolépticos, propios del reflujo temporal que inducía la máquina extraordinaria.


Apenas percibieron una leve conmoción.


Y entonces Nueva Biafra se quedó sin ayuda médica.


Y a pesar de no ser la favorita, las cuerdas vocales de la diosa blanca de blues continuaron en poder de Baby Flashwood.


Pero Hollywood recuperó su busto más taquillero.


Aún así, los violadores fueron perseguidos y arrestados, porque se había comprobado la consumación del acto delictivo en una línea temporal desechada por la mayoría.


La televisión combatía la delincuencia, fomentaba el civismo y consolidaba la democracia.


En fin, es el mejor gobierno de los últimos tiempos, se dijo el Primer Mandatario Slash Foggertone, y sonrió al pensar en la ironía de la frase. ¿Cuáles serían los últimos tiempos, si disponían del turbocronión para cambiar los eventos indeseados? Borrón y cuenta nueva. Y de paso, entretenemos a los ciudadanos.


Es cierto que aún estaba pendiente el asunto de las manifestaciones. Foggertone dejaba de sonreír cada vez que lo recordaba. De todos los propósitos extraoficiales que había tenido el artefacto, ése era el único que no se había consumado. Y lo peor de todo era que el Consejo de Investigación Científica no había podido dar una explicación que sonara convincente. Las absurdas especulaciones sobre iteraciones cronológicas le parecían una ingeniosa abstracción matemática. Y la Teoría de los Espejos Temporales le había provocado un ataque de risa histérica. ¿Cómo era posible que el uso del turbocronión produjera semejantes distorsiones?


¡Espejos de tiempo! Qué idiotez.


Pero Foggertone no se inquietó. La falta de patriotismo de los hombres de ciencia podía ser compensada por el vigor y la disciplina de la milicia. Un Estado no era tal si no tenía brazo armado, si no guardaba secretos.


Si no entretenía.


Una vez terminada la transmisión en vivo, el estudio quedó en penumbras. Ajenos a las cavilaciones del Primer Mandatario, los ministros del gabinete gubernamental volvieron a apostar. Esta vez, sobre las alternativas preseleccionadas para el programa del día siguiente.


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Los soldados nunca se preguntaban por qué el turbocronión no lograba evaporar a los manifestantes y sus malditas pancartas. Sólo tenían que cumplir órdenes, por lo cual, guarecidos por sus campos-escudo, reprimieron y arrestaron a los revoltosos una vez más. Los furgones se llenaron con rapidez. Mientras los reflujos temporales inducidos no eliminaran por completo a esos agitadores, la actividad en los centros clandestinos de detención seguiría aumentando.


Sólo tenían que cumplir órdenes. Ninguno había notado que los manifestantes se multiplicaban con cada emisión de “Haciendo Historia”.


Dedicado a Héctor Germán Oesterheld


 




Néstor Darío Figueiras nació en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1973. Escritor, músico, productor musical e ilustrador aficionado argentino, cuya producción literaria se enmarca principalmente dentro del género de la ciencia ficción, aunque también ha escrito obras de terror y fantasía.


Ha publicado en la mayoría de las publicaciones digitales del género, como Axxón, NM, Alfa Eridiani, miNatura, NGC 3660, Aurora Bitzine, Necronomicón, Crónicas de la Forja, etc… Asimismo participó en varias revistas en papel y fanzines, como Catarsi, Próxima, Sensación! Ópera galáctica, Présences d’esprits, etc. Sus historias –algunas traducidas al francés y al catalán–, forman parte de varias antologías, tanto en papel como en formato digital.


Sus obras han resultado finalistas en varios concursos, como el Certamen Internacional de Microcuentos Fantásticos miNatura, el Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura y el Concurso de Minicuentos “Monstruos de la Razón”. Entre los premios más destacados que han sido obtenidos por su labor encontramos una mención de honor del Premio “Más allá” 1991, por su cuento “Organicasa” escrito a los dieciséis años; una mención de honor en el Premio Andrómeda 2005, por “Reunión de consorcio”; y el primer y el segundo puesto del Premio Ictineu 2012, en la categoría “Mejor cuento traducido al catalán”, por “Reunión de Consorcio” y “El mejor de los nombres”, respectivamente.



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Revista Cosmocápsula número 11. Octubre – diciembre 2014




"El turbocronión y los carteles de siempre" por Néstor Darío Figueiras