viernes, 7 de noviembre de 2014

"El turbocronión y los carteles de siempre" por Néstor Darío Figueiras


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Revista Cosmocápsula número  11. Octubre – Diciembre 2014. Cápsulas literarias.


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El turbocronión y los carteles de siempre


Néstor Darío Figueiras





¡Tú haces la historia!


La voz de barítono de Slash Foggertone, el conductor de Haciendo historia, se propagó a través de la infinita Red. Millones rugieron frente a las pantallas de televisión. El rating estallaba.


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En las calles, las tropas se aprestaron tras los campos-escudo.


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Las tres alternativas preseleccionadas fueron presentadas por los panelistas en medio de orquestaciones emotivas.


Comenzó Auguste Hönnerweiss, de rostro anguloso, ceño fruncido y lacios cabellos grises. Apenas movía los labios al hablar, pero el moño que parecía estrangularlo se balanceaba al compás de su laringe:


La primera opción es salvar a Celine Kashba, la actriz de fama mundial que, luego de ser brutalmente vejada, fue arrojada a través de la ventana de su apartamento del nonagésimo cuarto piso… —Detrás de él, el Holo3D reproducía algunas de las escenas más calientes que había protagonizado Kashba—. Los violadores ya purgan su condena, pero Hollywood no será lo mismo sin Celine y sus grandes… —Hönnerweiss gesticuló abriendo las manos y Slash se apresuró a completar la frase—. ¡Senos! ¡Sus grandes senos! ¿Es eso lo que querías decir, Auguste?


No, pero es lo mismo.


¡Ja, ja! ¡Así es Auguste…! —y en el estudio resonaron las carcajadas que siempre coreaban las ocurrencias de Foggertone, quien prosiguió con el show:


¡Tu turno, Madeleine!


Madeleine Sánchez sacudió sus bucles magenta y sonrió frente a las cámaras.


La segunda opción es alterar la premiación en los MTV Music Awards —dijo, mientras pellizcaba distraídamente el falso lunar de su pómulo izquierdo: el chip anticronolepsia. El tic premonitorio hacía delirar a los televidentes—. Es obvio que el público cree que Baby Flashwood no es la estrella más brillante en el sobresaturado cielo del pop…


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El rugido de la turba empezó a estremecer la ciudad: una avalancha de ondas subsónicas que aplastaba los oídos de los soldados, que les golpeaba en el pecho. En respuesta, el siseo de los campos-escudo recrudeció.


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Madeleine seguía agitando sus rizos:


—…entonces, ¿quién debería haberse llevado las cuerdas vocales de Janis Joplin, clonadas y bañadas en oro veinticuatro? ¡Hoy lo sabremos!


¡Tu turno, Iashira! —soltó Foggertone, manteniendo el precipitado ritmo del programa farandulero.


El travesti cincuentón frunció los labios saturados de colágeno: los estiradísimos músculos faciales, entumecidos por el botox, no le permitían una mejor sonrisa. La música se volvió sensiblera, mientras el Holo3D mostraba la fatal explosión de un 767.


Querido Slash, la tercera opción es impedir la trágica muerte de los médicos que volaban a Nueva Biafra para socorrer a las multitudes de indigentes…


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Los manifestantes llenaron las calles, enarbolando los carteles de siempre, pintados con aerosoles rojos y negros. En ellos podía leerse: DEVUELVAN A LOS DESAPARECIDOS Y PRESOS POLÍTICOS. Otros letreros incluían una interminable lista de nombres a los cuales se los había intentado borrar de la historia.


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¡Ya tenemos sobre el tapete las tres posibilidades preseleccionadas! Ahora ustedes decidirán cuál es el cambio que mejorará nuestra realidad. ¡Vamos a una breve pausa comercial y enseguida regresaremos! ¡Es la hora de votar, vuestra hora, hacedores de historia! —Foggertone casi gritaba frente a las cámaras, mientras el crescendo de la música aturdía. Luego la publicidad inundó las pantallas, en tanto los televidentes colapsaban la Red con sus votos.


Durante los comerciales Foggertone apostó:


Quinientos googlares a que salvan a Kashba.


Mis quinientos van para los chicos de Nueva Biafra —retrucó Iashira.


La gente quiere tetas, no caridad —dijo Hönnerweiss.


¡Ajá! ¡Quiere tetas de verdad! Al igual que tú, Iashira… —Madeleine seguía acariciando su lunar. El travesti la incineró con la mirada, pero entonces una voz gritó en los auriculares de todos:


¡Atención! Al aire en: cinco, cuatro, tres…


Y sonaron fanfarrias de sintetizador.


¡Estamos de regreso, hacedores de historia! Y muy expectantes… —Foggertone escuchó la voz metálica dentro de su oído—. ¡Ya tenemos el resultado de la votación! Me dicen que la participación ha sido masiva —exclamó, mirando a las cámaras—. ¡Turbocronión encendido! ¡Estamos a punto de hacer historia! —Y esta vez los samplers desgranaron una cadencia apoteótica.


Quienes estaban en el estudio televisivo, y aún la mayoría de los espectadores detrás de las pantallas, activaron sus chips para evitar los vahídos cronolépticos, propios del reflujo temporal que inducía la máquina extraordinaria.


Apenas percibieron una leve conmoción.


Y entonces Nueva Biafra se quedó sin ayuda médica.


Y a pesar de no ser la favorita, las cuerdas vocales de la diosa blanca de blues continuaron en poder de Baby Flashwood.


Pero Hollywood recuperó su busto más taquillero.


Aún así, los violadores fueron perseguidos y arrestados, porque se había comprobado la consumación del acto delictivo en una línea temporal desechada por la mayoría.


La televisión combatía la delincuencia, fomentaba el civismo y consolidaba la democracia.


En fin, es el mejor gobierno de los últimos tiempos, se dijo el Primer Mandatario Slash Foggertone, y sonrió al pensar en la ironía de la frase. ¿Cuáles serían los últimos tiempos, si disponían del turbocronión para cambiar los eventos indeseados? Borrón y cuenta nueva. Y de paso, entretenemos a los ciudadanos.


Es cierto que aún estaba pendiente el asunto de las manifestaciones. Foggertone dejaba de sonreír cada vez que lo recordaba. De todos los propósitos extraoficiales que había tenido el artefacto, ése era el único que no se había consumado. Y lo peor de todo era que el Consejo de Investigación Científica no había podido dar una explicación que sonara convincente. Las absurdas especulaciones sobre iteraciones cronológicas le parecían una ingeniosa abstracción matemática. Y la Teoría de los Espejos Temporales le había provocado un ataque de risa histérica. ¿Cómo era posible que el uso del turbocronión produjera semejantes distorsiones?


¡Espejos de tiempo! Qué idiotez.


Pero Foggertone no se inquietó. La falta de patriotismo de los hombres de ciencia podía ser compensada por el vigor y la disciplina de la milicia. Un Estado no era tal si no tenía brazo armado, si no guardaba secretos.


Si no entretenía.


Una vez terminada la transmisión en vivo, el estudio quedó en penumbras. Ajenos a las cavilaciones del Primer Mandatario, los ministros del gabinete gubernamental volvieron a apostar. Esta vez, sobre las alternativas preseleccionadas para el programa del día siguiente.


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Los soldados nunca se preguntaban por qué el turbocronión no lograba evaporar a los manifestantes y sus malditas pancartas. Sólo tenían que cumplir órdenes, por lo cual, guarecidos por sus campos-escudo, reprimieron y arrestaron a los revoltosos una vez más. Los furgones se llenaron con rapidez. Mientras los reflujos temporales inducidos no eliminaran por completo a esos agitadores, la actividad en los centros clandestinos de detención seguiría aumentando.


Sólo tenían que cumplir órdenes. Ninguno había notado que los manifestantes se multiplicaban con cada emisión de “Haciendo Historia”.


Dedicado a Héctor Germán Oesterheld


 




Néstor Darío Figueiras nació en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1973. Escritor, músico, productor musical e ilustrador aficionado argentino, cuya producción literaria se enmarca principalmente dentro del género de la ciencia ficción, aunque también ha escrito obras de terror y fantasía.


Ha publicado en la mayoría de las publicaciones digitales del género, como Axxón, NM, Alfa Eridiani, miNatura, NGC 3660, Aurora Bitzine, Necronomicón, Crónicas de la Forja, etc… Asimismo participó en varias revistas en papel y fanzines, como Catarsi, Próxima, Sensación! Ópera galáctica, Présences d’esprits, etc. Sus historias –algunas traducidas al francés y al catalán–, forman parte de varias antologías, tanto en papel como en formato digital.


Sus obras han resultado finalistas en varios concursos, como el Certamen Internacional de Microcuentos Fantásticos miNatura, el Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura y el Concurso de Minicuentos “Monstruos de la Razón”. Entre los premios más destacados que han sido obtenidos por su labor encontramos una mención de honor del Premio “Más allá” 1991, por su cuento “Organicasa” escrito a los dieciséis años; una mención de honor en el Premio Andrómeda 2005, por “Reunión de consorcio”; y el primer y el segundo puesto del Premio Ictineu 2012, en la categoría “Mejor cuento traducido al catalán”, por “Reunión de Consorcio” y “El mejor de los nombres”, respectivamente.



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